Escrito por Santiago Estrella
Domingo, 17 de Mayo de 2009
Juan Martín Cueva y su “Maldito País”
El amarillo, azul y rojo pintado en una pared, sobre este símbolo pasan personas anónimas de todo tipo, indios, negros, mestizos, grandes, chicos. Pasan todos con un nombre y una cédula que lo identifica, pero cuando en el Ecuador se habla de nosotros, no sabemos exactamente a qué nos referimos. Así plantea Juan Martín Cueva el tema de su película documental
Conversamos con este alto realizador, pinta de gringo, refugiado en sus anteojos para darle vueltas a cada pregunta, para poner contextos que nos permitan conocer mejor su mirada sobre este país del norte de Sudamérica, este maldito país que se sigue construyendo.
¿Cómo se dio y se concretó la película?
Inicialmente ESTE MALDITO PAÍS era un proyecto un tanto disperso, no tenía título ni nada. Tenía algunas ideas pero no se lograban estructurar en un solo proyecto. En eso surge una convocatoria de la televisión de América Latina, en diez países, para que en cada país un documentalista hiciera un ensayo documental acerca de los rasgos característicos de cada población. Yo aproveché eso para “reciclar” algunas ideas que yo tenía y ponerle en el formato que ellos pedían. Resultado de eso es una versión de 52 de esta misma película, pero cuando estábamos editando en Brasil, hace un año, vimos con los productores, editores y amigos que era una pena cortar tanto el material que se tenía. Finalmente se cumplió con ese compromiso de 52 minutos, pero se trabajó este nuevo material, la película que se pasa en estos días, porque esperé para estrenarla en los EDOC.
¿Tendrá la película una gira por el país?
En realidad esta película tuvo un tratamiento al revés del acostumbrado, ya se ha pasado en varias ciudades, pero no quería estrenar todavía en Quito. Estuvo en Guayaquil, en Cuenca, en Riobamba y afuera en varios festivales.
¿Sobre los personajes, cómo se seleccionaron?
Fueron varios los personajes que se quedaron fuera, no porque sean malos o porque las entrevista no hayan estado buenas, sino porque a diferencia de la ficción, en el documental es en la edición donde se arma el sentido, si bien hay un guión, muchas cosas pueden pasar al llegar a la edición. Dos personajes que están en la película no estaban previstos en lo más mínimo. Héctor Flores, el indígena de Cotacachi, casado con la japonesa no estaba planificado, tenía una idea porque los conocía, pero no sabía que me iban a dar y en realidad paramos allí, camino al Chota, para ver qué pasaba. Finalmente a la gente le gusta mucho lo que aportan estos personajes.
Yo debo confesar que nunca tomé el toro por los cuernos en cuanto al asunto de que algunos personajes eran conocidos y otros para nada. En algún momento si me planteé y me pregunté qué hago. Aquí en el Ecuador si uno le ve al Jorge Enrique Adoum, sabe quién es él, pero afuera es distinto, la recepción es distinta. Afuera pocos, los entendidos en literatura saben quién es Jorge Enrique Adoum, y prácticamente nadie sabe quién es Lourdes Tibán, Jaime Guevara o Jaime Enrique Aymara. En Brasil me pasó que una chica que vio el documental dijo: qué bonito el viejito que habla, que sabio, y yo le dije se trata de uno de los principales intelectuales del Ecuador. Igual pasaba con Lourdes Tibán. Entonces la relación del documental con el espectador es distinta y por ello decidí dejar al final a todos estos personajes, al mismo nivel.
¿Qué argumentos te dejó ESTE MALDITO PAÍS en cuanto a la identidad ecuatoriana?
En el caso de mi documental planteo una serie de preguntas y por lo tanto no quería establecer una argumentación a favor de una u otra forma de pensarnos o describirnos a los ecuatorianos. Lo que formulo es preguntas sobre verdades que aparecen como incuestionables, pero que a mi me quedan dudas. La idea de la identidad basada en tres o cuatro cosas: la diversidad pero como un enunciado vacío y limitada a lo étnico; la cuestión de los símbolos patrios en esa especie de nacionalismo o patriotismo un poco vacío; pero en el fondo de todo eso veo una gran inseguridad, no solo de qué mismo es el Ecuador al cabo de muy poco tiempo de existencia, menos de 200 años, sino como un conjunto de poblaciones diversas que no creen necesariamente en una relación muy armónica entre ellas. En Cuenca me decía alguien, por ejemplo, “todo bien, todo chévere, la diversidad, pero ¡Qué tiene que ver el marica este con el asunto de la identidad ecuatoriana”. Eso te dice que hay un acercamiento a la noción de identidad solamente desde lo étnico, es decir, chévere que haya indios, negros, blanquitos, que hayan inmigrantes, pero ¿qué tiene que ver un homosexual dentro de todo eso?, cuando él mismo se describe: padre quiteño, madre riobambeña, de clase media urbana, quiteña, mestiza y yo creo que ahí están elementos fundamentales de nuestra manera de ser. No hay tanto argumentos en la película, sino cuestionamientos, yo quería poner una serie de temas sobre el tapete para que se debatan, pero tampoco quería hacer una tesis de antropología. Leí la crítica que hace el Xavier Andrade, en el catálogo de los EDOC, a varios documentales ecuatorianos, y me parece muy interesante. Yo estoy bien abierto a las críticas, pero me parece que no se puede leer un documental como se lee una tesis de antropología.
ESTE MALDITO PAÍS, el nombre por sí solo vende…
La verdad es que el título fue puesto con esa intención. No creo que sea fácil atraer a las masas, a los espectadores a las salas para ver un documental sobre lo que es ser ecuatoriano. Me parece que es un tema que puede repeler a ciertas personas, entonces el título tiene la intención de atraer y está funcionando. Es un título que te atrae o te cuestiona ¿por qué le ponen ese título?, pero logra llamar la atención.
En un festival de Estados Unidos el organizador me escribió y me dijo, chévere, lo seleccionamos, venga, pero me preguntó ¿no has pensado en cambiarle el título? Eso también pasa.
¿Qué va a pasar luego de esta película, vendrá el bonito país?
Yo creo que el bonito país está dentro del documental. Yo estoy dentro de otros proyectos. No tengo una expectativa desbordante con esta película, si tienen éxito y la gente va a verla y genera discusión, chévere; pero no pretendo que sea un éxito de taquilla, ningún documental ecuatoriano lo ha sido, e incluso para las películas nacionales de ficción es difícil. Te enfrentas a un circuito que está pensado, hecho, constituido para otro tipo de cine. Así que mejor que circule, como decía el Pocho Álvarez (con respecto a su documental A CIELO ABIERTO, DERECHOS MINADOS), mientras más se reproduzca, piratee y circule, mejor. A mi personalmente me parece que este y muchos documentales que están en los EDOC deberían ser objeto de interés, por parte, por ejemplo, de la televisión pública.
Ahora realmente estoy con un par de proyectos nuevos. Quiero hacer un documental mío, personal y otras cosas que tengo pendientes.
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