sábado, 4 de julio de 2009

Nuevo artículo de prensa...

... sobre la TV Pública, reflexión de Santiago Zucko Rosero aparecida hoy en El Telégrafo.

Tomada de la edición impresa del 04 de julio del 2009
De lo público, poco





Santiago Rosero

En las charlas sobre Cultura y Transformación Social que se desarrollaron la semana pasada en la FLACSO y la USFQ, participaron, entre otros ponentes, el sociólogo venezolano Tulio Hernández y el académico estadounidense George Yudice.
Aterrizando en la actualidad de nuestro contexto, Yudice advirtió que en un escenario ideal el cierre de un canal de televisión serviría como catapulta para que en el espacio que sustituya al clausurado se incluyan contenidos de producción local y alternativa, entendiéndose esto como una apertura a la pluralidad de la información, al incentivo de producción independiente y a la generación de una circulación de sentidos divergentes de los que se promueven con enlatados vanos sedientos de rating.
A esto, Tulio Hernández refutó argumentando que en Venezuela, tras el cierre de Radio Caracas Televisión, según investigaciones del Instituto de Estudios de la Comunicación, la inclusión de contenidos locales en el nuevo canal había decrecido en un 50 %.
Yudice precisó que lo expresado no se trataba de una garantía per se sino de una condición de posibilidad. Que era eso o el eterno encontronazo con los medios privados que ante todo evalúan la potencialidad económica de los productos mediáticos, pero en ningún caso una garantía definitiva.
La condición de posibilidad, en su desarrollo, aparte de valerse de una plataforma tecnológica disponible, tendría que venir incentivada por el diseño de una política que por fuera de la política establezca marcos que promuevan y protejan la producción local y alternativa, donde lo alternativo debiera estar dirigido más a una disputa de espacios y de construcción de sentidos antes que a una alternancia con, o peor a una continuidad de lo establecido.
Si bien el de Ecuador TV no es el caso de un canal que vino a sustituir uno cerrado, sí es –o al menos se concibió así en el ideal- el esfuerzo por instalar televisión pública en el país. Sin embargo, el fundamento de lo público en aras de promover la producción local y de potenciar la visibilización de sujetos, procesos y discursos por tradición excluidos, dista mucho de verse efectivizado en su gestión. Y no solamente que la noción de lo público adolece de fortaleza sino que viejos vicios como la censura arbitraria han empezado a asentarse en sus parrillas programáticas. Ha pasado con trabajos de cineastas ecuatorianos: al cortometraje Pía, de Javier Andrade, además de haberlo transmitido sin su permiso, le amputaron las “malas palabras”; y hace poco, al documental Este maldito país, de Juan Martín Cueva, le cercenaron el adjetivo.
Junto al irrespeto que implica la alteración de una obra de autor sin su consentimiento, existe en el proceder de ECTV señales aún más preocupantes: la injerencia de una moralidad que parece querer congraciarse con algún tipo de susceptibilidad pública que ellos han delimitado. Las preguntas: ¿a quién o a qué responde esa moral que censura y coarta? ¿A nombre de quién habla el canal? ¿Qué entiende por público la línea editorial del canal público?
Como van las cosas, según la apuesta de Yudice, la condición de posibilidad de que lo público implique un dinamismo de contenidos frente a moralidades pacatas, en ECTV va con saldo negativo.

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